martes, 31 de octubre de 2017

Corrijamos las causas …para evitar caer con la misma piedra


Puede que lo que nos quede del carajal en que nos han metido los separatistas catalanes sea el alivio, las imágenes de las banderas inundando Barcelona y el descojone ante el papelón de Puigdemont y su cuadrilla de Pancho Villa tomando las de Bruselas.

Y estará bien porque estos días de Octubre pueden servir de vacuna para muchas cosas que ha durante años nos han sonado al “tío del saco” y nos tenían acomplejados.

Pero aun aceptando que hemos pasado esta gripe, la del 2017, debemos recordar que esta enfermedad, el populismo y el nacionalismo, mutan constantemente y son tanto o más peligrosas un año y el siguiente si no se les ponen remedio.

Un remedio que ni siquiera necesita de reforma constitucional alguna.

La pretendida fuerza del nacionalismo no ha nacido de la Constitución, ha nacido del sistema electoral, de las precarias mayorías parlamentarias que han sufrido UCD, PSOE y PP y de la ausencia de responsabilidad de los partidos de gobierno y oposición, PSOE y PP, para apartar diferencias en temas esenciales para evitar cesiones continuas de soberanía y Presupuestos.

Y como dudo mucho de las buenas intenciones, de la duración de ese espíritu constitucional entre las formaciones mayoritarias, la solución es modificar la herramienta que lleva a la debilidad de las instituciones de modo que nunca haya que llegar a cesiones vergonzantes de soberanía o Presupuesto por motivos de no alcanzar la mayoría parlamentaria suficiente para formar un gobierno o aprobar un presupuesto.

Por ello lo que urge es modificar la ley electoral, cambiando el sistema D´Hont por un sistema mayoritario o en su caso un sistema proporcional en el que los partidos que concurran a las elecciones tengan que presentar candidaturas en todas las provincias y sacar un mínimo del 5% de los votos en toda España para obtener representación parlamentaria.

Con ello evitaríamos el chantaje permanente de los nacionalismos y su capacidad de influencia se ceñiría a las circunscripciones regionales, donde su atractivo no sería tanto si fueran incapaces de atraer financiación o inversiones del gobierno de España que, ahora sí, serían fruto del acuerdo y la cesión ante los intereses generales de España.

Si solo fuéramos capaces de ello, al poco veríamos como menguaban estos reyezuelos de taifas.

Y de sobresaliente sería si aplicando a la inversa el artículo 150.2 de la Constitución que prevé la delegación a las Comunidades Autónomas de competencias exclusivas del Estado, empezáramos a revertir para el Estado competencias de las que se ha ido desprendiendo, cuestiones estas que con demasiada alegría y ligereza se ha dado en los últimos años.

Por ello y ante la fragilidad humana pongamos límites a la estupidez humana que bien que ha evitado el 155 que nos fuéramos al carajo como nación y sociedad.

 

lunes, 23 de octubre de 2017

Soraya ¿Tocada o hundida?


Lejos quedan los tiempos en que sin que nadie la conociera se aupó al segundo puesto tras Rajoy en el gobierno de España.

He de reconocer que nunca me gusto, y sigue sin gustarme, aunque los motivos se han ampliado. Por lo pronto no se le conocía ni militancia ni actividad política alguna en el PP, partido que en 2011 ganó por mayoría absoluta a un PSOE desquiciado por la penosa gestión de Zapatero y bajo la dirección de Rubalcaba.

Y esto es importante, más de lo que pareciera, y no excluye la presencia de independientes en el gabinete. Pero desde luego de lo que los excluye es del segundo puesto de responsabilidad política como es una vicepresidencia pues quien la ejerce debe tener claro los principios, compromisos y renuncias que supone obtener el respaldo de un grupo mayoritario de españoles que optan por un partido político por muchas y diversas razones y no solo por tu cara bonita. Y ella desde un principio se creyó una cara bonita y ajena a los compromisos adquiridos con los votantes que habían llevado al PP al gobierno de España.

Tampoco me gusto de ella la manía de poner a abogados del Estado, a funcionarios, al mando de todas y cada una de las instancias que le permitía la vicepresidencia y otras muchas en que lo consiguió por coacción o convicción de quienes veían en ella un soporte de sus ambiciones personales. El ejemplo máximo de que ello no siempre resulta fue el fiasco de su amigo González Echenique en RTVE que ni logro revertir la sangría economía del ente, ni logro hacer de RTVE un medio creíble, ni se impuso a la facción progre que manejaba los “consejos de redacción” de los informativos de la “casa”. Así acabo el engominado de los cuellos y puños duros, en la calle y sustituido por un profesional, José Antonio Sánchez, que ha demostrado saber de lo que hacía.

Acabó con el “grupo de los cinco”, los ministros Margallo, Soria, Ana Pastor, Arias Cañete y Fernández Díaz, aislando así, aún más, a Rajoy de otras opiniones que no fueran las suyas o de su entorno. Estos optaban por hacer política, además de gestión, y comunicación de la labor de partido y gobierno. Opción desatendida y que tanta culpa tiene en los últimos resultados del PP y la actual situación política.

Y todo ello mientras empleaba todo su empeño en ir socavando la posición del PP en el Gobierno, imputando los fracasos a este y los éxitos al otro, y su poder en el BOE para “pastelear” con el grupo PRISA en mor de conseguir ser el miembro del ejecutivo de Rajoy mejor valorado en las sucesivas encuestas del CIS, y todo para cumplir su ambición de sustituir a Rajoy.

Más todo ello podía quedar atrás y olvidado si al menos hubiera solventado con éxito la “cuestión catalana” en que tanto y tan mal se ha empleado.

Tanto que llego a anunciar- nunca lo hizo porque supondría alejarse físicamente de Rajoy, y todo el mundo en política como en física que el vacío tiende a ser ocupado por otro cuerpo- que pondría un despacho en Barcelona y que mantenía una relación excelente con Oriol Junqueras quien poco menos que le había asegurado que “no iba a pasar nada”. Todo ello en una apuesta personal que le empujaba a salir triunfante del envite de modo que unánimemente le auparan al puesto a que aspira y del que se cree más que merecedora que no es otro que el de Rajoy.

Pero claro lo malo no es que te engañen, aunque te deje cara de tonta, sino que, teniendo en su mano al espionaje español, el CNI, le colaran las “urnas chinas” del 1-O y la inacción interesada de los Mossos de Escuadra que dejaron el papelón a la Policía Nacional y Guardia Civil.

No había más que ver su mala cara aquella noche, sus pelos sin arreglar y su gesto desencajado mientras repetía que no había habido referéndum, cuantas más veces lo hacía menos se lo creía.

En fin, que su figura desde aquellos días anda de capa caída y no sería descartable, y a lo mejor deseable, que en una remodelación de competencias-Rajoy no es partidario de cambiar las caras- se le retirara el CNI y la política de comunicación. Si algo de ello pasara de aquí a 2018, y no es descartable, no pocos serían los que dejarían de llamar a su móvil o lo que es peor- para un político este es el mejor índice de la merma de su poder e influencia-a responder con presteza sus llamadas.

¿No les ha sorprendido, con la que estaba cayendo, lo rápido que acudió Rajoy a Galicia junto a Feijoo?

 

martes, 10 de octubre de 2017

Ganar sin despeinarse



 
Cuentan del Duque de Alba que viendo como masacraban a una sección de sus Tercios en Flandes se le acercó uno de sus capitanes reclamando actuar de inmediato y mandar tropas para socorrer a aquellos valientes. A ello el Duque respondió “caballero sois un magnifico capitán, pero nunca seréis un buen general”.

Desconozco si Rajoy tiene noticia de dicho suceso, pero su acción, o falta de ella, frente a la rebeldía de Puigdemont tiene paralelismos evidentes pues tan insigne general nunca iniciaba una batalla que no tuviera por ganada.

Y es que a Rajoy solo le vale la rendición o defenestración de Puigdemont.

Un movimiento de silla al que ayuda el desmoronamiento del “procés” por su propia base, la económica, a la vista del abismo económico iniciado con la huida de sus empresas más señeras como La Caixa ó Banco Sabadell. Una herida que se transforma en hemorragia al seguirles otras grandes y medianas como Abertis, Aguas de Barcelona, Colonial, MRW por solo mencionar algunas.

Al meneo económico está siguiendo el nacimiento de la inseguridad entre la base social. Una desazón que ha comenzado con la retirada de los ahorros y la apertura de cuentas fuera de Cataluña, que se acrecienta con las miradas a un lado y a otro de los que hasta anteayer se agrupaban entorno a la “estelada”.

Una mirada que trata de valorar la importancia de las primeras bajas, la contemplación de aquellos que ralentizan el paso quedándose atrás como la misma Ada Colau- esta chica está al borde de un ataque de nervios- con su última, y oportunista interpelación a Puigdemont diciendo que “los resultados del 1 de Octubre no avalan la independencia”, ¡ahora!

En este escenario Rajoy se ha resguardado tras las acertadas, firmes y concluyentes palabras del Rey Felipe VI y sostenido por la amplia movilización nacional entorno a la idea de España que tuvo su punto culminante con la masiva manifestación del pasado domingo 8 de Octubre en Barcelona.

El discurso de Felipe VI dotó a este movimiento de resistencia nacional de una autoridad que le confiere la figura del Rey, único que la ostenta en España de hoy en día y de la que carece Rajoy, porque nada tiene que ver la autoridad moral y respeto que inspira su majestad con el mando sobre Policía, Guardia Civil o Ejercito que tiene Rajoy.

Eso por la cúspide, pero es que la movilización social ha demostrado a propios y extraños que daban a la idea de España por muerta y enterrada que la nación está viva, que hay una amplia base social cuya movilización espontanea demuestra una fuerza, que, de canalizarse, puede llevarse por delante a los pusilánimes.

Tras todo ello se parapeta Rajoy, quieto mientras otros se mueven por él, remiso a utilizar el 155 de la Constitución y suspender la autonomía de la comunidad catalana.

Su inteligencia radica en que si aplica el 155 y detiene la secesión en su actual estado habrá gastado su última bala, mientras que si la rebelión se agota en sí misma Rajoy habrá ganado sin utilizar la cachiporra. Y conociendo a Rajoy es esto lo que prefiere el Presidente y lo que los rebeldes debieran aprovechar para, deponiendo a Puigdemont, poner a otro a la cabeza de la Generalidad con quien Rajoy pudiera negociar una salida incruenta.

Y mientras tanto Pedro Sánchez bailando la yenka, un pasito delante y otro detrás, entre  plurinacionalidad, dialogo y apoyo al 155, este chico está pidiendo a gritos que lo vuelvan a echar.

martes, 3 de octubre de 2017

Rajoy ante su Waterloo


Solo a Rajoy le corresponde decidir si será el victorioso Wellington o el derrotado Napoleón.

Tal vez ningún Presidente de Gobierno en España haya tenido que afrontar este desafío, pero para ello se presentó a las elecciones, en dos ocasiones pidió la confianza del Congreso y obtenido juro cumplir con las obligaciones del cargo, cumplir y hacer cumplir la ley.

En momentos como este se conoce el verdadero carácter de las personas y se retrata ante el conjunto de los españoles y, lo que le seguirá durante su vida, ante sí mismo al enfrentarse día a día a su imagen en el espejo.

Esta solo, sí, porque solo a él corresponde la responsabilidad de decidir si en España la Ley ha perdido su vigencia y si el más fuerte, el más audaz, se ha hecho dueño de la calle o si por el contrario el ciudadano puede seguir confiando en que la ley, juzgados, policías, el resto de ciudadanos y su Gobierno le amparan para que pueda seguir confiando en mandar sus hijos al colegio, que podrán transitar por las calles en la confianza de que nadie les hará daño y que a su vuelta para el almuerzo de lo que solo  tendrán que preocuparse es de las tareas y el próximo examen.

Y para recuperar la confianza del ciudadano solo hay un camino, aplicar el artículo 155 de la Constitución, suspender la autonomía catalana y, cuando se pueda, convocar nuevas elecciones autonómicas.

Ni por un momento se pueden mantener en sus cargos a los que dirigen la sedición. No puede dejarse en sus manos los instrumentos del poder, escuelas, policías autonómicos, etc. Mantenerlos sería renunciar a gobernar, es abdicar de la obligación que Rajoy asumió ante todos los españoles.

Por ello, y ahora, a él le corresponde decidir, asumir el desafío o abandonar porque España no puede esperar.