jueves, 15 de marzo de 2018

Pedro, el candidato menguante


Pedro Sánchez ha tirado la toalla, ha renunciado a presidir algún día el Gobierno de España y se conforma con liderar una oposición de izquierdas cada día más menguante.

No cabe otra conclusión ante su consciente distanciamiento del electorado de centro, su despego de las demandas ciudadanas más sensibles y su sectarismo con sus mismos compañeros, los mismos que habrían de auparle a la presidencia del Gobierno.

De un tiempo a esta parte Pedro Sánchez parece haber entregado sin lucha la implantación del PSOE en el centro a favor de Ciudadanos sin siquiera plantear lucha para ello y escorándose hacia la extrema izquierda y el nacionalismo separatista mimetizándose en cuanto tiene ocasión con Podemos, los separatistas y aquellos que usan la lengua para dividir y separar.  

De otra manera no se entiende su tibio apoyo al Gobierno de España en la aplicación del artículo 155, el rechazo a la candidatura de Guindos para el Banco Central europeo, su oposición a la ley de Seguridad Pública, su apoyo a la derogación de la Prisión Permanente Revisable entre otras iniciativas políticas que le llevan a jalear a los extremistas de izquierdas en cuanta ocasión tienen.

Frente a estas iniciativas que lo escoran cada vez más a la izquierda y el radicalismo lo único que se le ha ocurrido para tratar de taponar la sangría de votos por el centro ha sido etiquetar a Ciudadanos como representante de la derecha extrema. Patético, e inútil intento pues aparte de desconocer la calificación que los españoles dan a Ciudadanos en las encuestas del Instituto Nacional de estadística parece hacer olvidar que fue su único apoyo en su frustrado intento de investidura y que habrá de buscar su apoyo, no solo en mantener el gobierno de Susana Díaz en Andalucía sino las alcaldías que han de salir de las próximas elecciones en 2019.

No se reduce a ello su ceguera pues si de un lado reduce su base electoral y por otro agravia a un socio necesario para cualquier alternativa de poder con su sectarismo está reduciendo la base electoral de la izquierda mientras el porcentaje de españoles que apoyan a Ciudadanos y al PP supera el 51% acabando con aquello tan manido de que España era un país de izquierdas.

Y es que es difícil articular un discurso mínimamente creíble cuando ni siquiera es capaz de gobernar y poner paz en su partido. El PSOE anda desgarrado sin que dos elecciones del líder por primarias hayan servido para restaurar la unidad del mensaje y el apoyo a su Secretario General. Fruto de esa inseguridad y falta de apoyos ha querido remediarla internamente eliminando cualquier poder orgánico que se interponga a su voluntad, fiando lo que resta a la participación de los militantes desconociendo que no será esa minoría radicalizada y cada vez más sectaria la que le aupara al Gobierno sino su sintonía con los electores.

Y para ello es preciso contar con sus representantes en Autonomías y Ayuntamientos que han acreditado su respaldo electoral en el voto de sus ciudadanos. Personas como Javier Fernández en Asturias, Susana Díaz en Andalucía, Javier Lamban en Aragón no son fácilmente prescindibles y son los intermediarios necesarios para trasladar cualquier mensaje y apoyo que genere confianza en el futuro votante. Pues Pedro Sánchez no solo los atrae, sino que aprovecha cualquier ocasión para afrentarlos como ha hecho con Felipe González, Rubalcaba, Alfonso Guerra y cuantos o le bailan el agua con lo que ha conseguido que su previsto baño de legitimidad y apoyo de su “Escuela de Buen Gobierno” se haya convertido en la plasmación de su soledad y es que Pedro Sánchez parece empeñado en hacer verdad aquello que dijo MacArthur de los viejos soldados “no desaparecen, pero se diluyen lentamente”.