Es llamativo que aquellos que se
proclaman adalides de las “libertades” de manifestación, reunión, expresión, de
religión o credo no pasa un día en que no prohíban algo a los demás.
Ya es un tópico el referirse a la
inquina que les tienen a los toros y a la Iglesia Católica, pero es que los
afectados somos todos y cada uno de los españoles a los que tratan de
imponernos su pensamiento a través del simple expediente de considerar
prohibido todo aquello que no coincida con su pensamiento, ideario o ideología.
La cuadratura del círculo la
consiguen cuando no contentos con tratar de imponernos su modo de vida o
pensamiento agreden al que vive conforme a sus propias convicciones, que
naturalmente no coinciden con las suyas.
En ese momento lo que por
cualquiera es una expresión totalitaria de la imposición por la fuerza de unas
ideas que no se comparten más que entre sus conmilitones en sus bocas se
convierte el “libre expresión”, los puñetazos al adversario en “lucha por la libertad”.
Son los nuevos señores de la
cachiporra, las nuevas “camisas pardas” de nuestro tiempo, la “cheka” que
mediante la coacción pretende que nos
ausentemos de la vida pública, que nos permitirán vivir o respirar mientras no
seamos discrepantes con su “pensamiento único” de igual modo que el régimen
comunista polaco permitía la existencia en su “parlamento popular” de un
partido agrícola para disfrazar la falta de democracia de su dictadura del
proletariado.
Frente a marxistas y fascistas
que son lo mismo unos con camisas pardas y otras rojas solo cabe la lucha, el
rechazo y la defensa de nuestras libertades. Hoy más que nunca es preciso hacer
manifestación pública de nuestras convicciones e ideas, hacer un ejercicio
público de nuestra libertad de manifestación y expresión mediante la vivencia
cotidiana de nuestras creencias y asistiendo, compartiendo cualquier
manifestación cultural, ideológica o artística que compartamos, aunque no nos
guste. Porque si como en otras ocasiones de nuestra historia no nos levantamos
contras los que atacan a los taurinos porque no nos gustan los toros, si no nos
levantamos contra los que atacan a la Iglesia Católica porque no somos
católicos, si no nos enfrentamos a quienes
atacan a los judíos porque no lo somos, nos volveremos a encontrar solos
cuando vengan contra nosotros, porque ya será tarde y estaremos solos.