Parecía que la advertencia de
Orwell en “1984” nos vacunaría de los excesos del comunismo y su tendencia
irrefrenable hacia el conductismo social de la cuna a la tumba. Pero en los
tiempos que corren varias generaciones ágrafas y acríticas, hijas de la LOGSE,
seguramente ni han leído el libro y de leerlo no sabrían de que habla más allá
de unos cerdos que se comportan con sus congéneres del mundo animal como
verdaderos cochinos y que se aplican aquello de que “todos somos iguales, pero
algunos más iguales que otros” como si de Irene Montero o Pablo Iglesias se
tratara.
Lo anterior viene al caso sobre
una de esas figuras de que nos prevenía el autor británico en su conocida obra,
el “ministerio de la verdad”, que a su imagen y semejanza está montando la
“viejecita” comunista Manuela Carmena con sus secuaces en la villa y corte de
Madrid.
Pomposamente se auto titulan “Unidad
de Gestión de la Diversidad” y en su breve, pero intensa vida ha trasladado una
docena de denuncias a la Fiscalía madrileña. Según sus promotores la unidad de
la policía municipal de Madrid tiene el objetivo de luchar por garantizar la
igualdad y perseguir los delitos de odio. De por sí, y formulado así, no habría
nada que objetar.
Lo preocupante es que de lo que
se deduce de las actuaciones que se le conocen actúan por iniciativa propia sin
que medie denuncia alguna con lo que se atribuyen el papel de censores definiendo
que es delito o falta en tan delicada materia.
Eso es peligroso y la antesala
del totalitarismo, con la imposición del mensaje único, la verdad rebelada y
ello porque la lesión del bien subjetivo no se aprecia por la denuncia del que
se sienta agraviado, y mire usted que en estos tiempos las sensibilidades están
a flor de piel, sino que vendrá establecida por lo que las autoridades
podemitas señalen como reprobable.
Ello dará carta blanca a la
represión de ciudadanos libres, asociaciones y después grupos políticos que
verán mediatizada su libertad de expresión, que no podrán desviarse de lo
política y unilateralmente impuesto como correcto por unos pocos a los que
nadie ha atribuido de dicho poder.
Rebelémonos ante ello o más
pronto que tarde y a través del adoctrinamiento en las escuelas con el
“catecismo rojo” veremos a padres denunciados por sus propios hijos encaminarse
a los “campos de reeducación”. ¿Ciencia ficción? No están tan lejos los tiempos
en que por China campaban a sus anchas los “jóvenes guardias rojos” de la
revolución cultural. Por esta España nuestra parece que algunos añoran las
camisas cuello Mao, el pañuelo rojo al cuello y blandir el librito de citas del
gran timonel que ahora serian de Pablo Manuel ¿habremos aprendido algo?