A pocas fechas de que los
militantes del PP elijan entre seis candidatos conviene decantarse, definirse y
situarse cada uno, lo que en mi caso supone decir que Soraya no es mi candidata.
Y esta postura no está vacía de
argumentos ni se resume en una falta de química personal o más bien con el
plasma porque no tengo el gusto de conocer a esta señora salvo por sus hechos o
lo que los medios de comunicación me trasmitan de la misma.
Para mí lo primero está en que Soraya
no es del PP. Soraya es un fichaje personal, una tecnócrata, alta funcionaria
de evidentes capacidades intelectuales y laborales, pero con unas actitudes y
comportamientos que funcionarían igual en el PSOE, Ciudadanos que en el PP.
Durante todos estos años Soraya se
ha defendido con solvencia los ataques de la oposición, pero la fuerza de su
argumento ha estado en la solidez de su defensa ante el ataque nunca en el
planteamiento o defensa de una propuesta ideológica del centro derecha, ese
humanismo cristiano de base reformista
que predican los estatutos del PP. Así ¿la han oído ustedes defender el libre
mercado, la bajada de impuestos, la reducción de la Administración frente al
crecimiento de una sociedad civil robusta? Desde luego a mí no se me ha fijado
en la memoria.
Lo segundo, y vinculado con lo
anterior, es que Soraya solo quiere y necesita al PP como plataforma electoral.
Unas siglas, una organización y unos votantes con los que auparse al primer
puesto de los candidatos al Congreso por Madrid y así asegurar su mantenimiento
en política el tiempo que ella estime suficiente para buscarse el sustento o
crear una plataforma personal.
Lo tercero son sus actos, o más
bien sus omisiones. La más grave su fracaso ante el desafío soberanista de
Puigdemont. ¿Para qué quería el CNI si no utilizo sus muchos recursos e inteligencia
para abortar el montaje del primero de Octubre?
¿Alguien puede olvidar el horror
del Presidente de RTVE que coloco, González-Echenique su compañero de promoción
en la abogacía del Estado? Menos mal que luego vino José Antonio Sánchez a
enmendar un poco el carajal.
Su política en medios de
comunicación se ha centrado en evitar críticas a su persona, solo así se
explica su “éxito” de que el País no la haya criticado en estos años de
gobierno, record absoluto de quien se supone era protagonista principal de las
políticas de “austeridad” del PP y en dinamitar oponentes internos del PP a
través del grupo Planeta y su comando de Antena 3, La Razón…
Sin embargo, como otros muchos que
creemos que el PP tiene futuro, una decisión de este tipo no puede tomarse
desde “ir a la contra” y hay que analizar la trayectoria, los argumentos y los
actos de los candidatos y en mi caso mi apuesta es Pablo Casado.
No me seduce su juventud, suelo
desconfiar de lo del cambio por el cambio, sino su propuesta liberal en lo económico
y personal. España solo puede renacer de un proyecto basado en la unidad,
libertad e igualdad de todos los españoles donde prime el esfuerzo personal, el
trabajo, la reducción de la burocracia que ahoga la iniciativa particular y se
entremete en los más privado de nuestras vidas queriendo condicionarnos desde
la cuna a la tumba decidiendo por nosotros como debemos educarnos, que pensar, quien
o cuando abortar, cuando abreviar la vida de tus familiares ancianos o enfermos
y hasta en donde y como vivir.
Contra esa opresión ya nos avisó Orwell
en “1984”, ¿pero que esperar de quienes cada día nos quieren más ignorantes,
críticos y borregos? Solo si reivindicamos la dignidad y libertad del individuo
tendremos alguna oportunidad.