viernes, 28 de octubre de 2016

Pedro Sánchez ante su duda entre la incoherencia y la insignificancia

 
Como Hamlet, príncipe de Dinamarca, el exsecretario general del PSOE debe estar meditando su particular “to be or not to be”.

Y es que  él solo se ha puesto en el disparadero con su celebrada frase “no es no ¿Qué parte no entiende?”. Todo aquel que haya participado en una negociación sabe antes de comenzarla que ha de haber un momento en el que ceder y para ese momento debes tener preparado un “Plan B”.

Pero Pedro no, él era el más guapo y listo de la clase e iba a solucionar la ecuación de

No a Rajoy

No a Podemos

No a terceras elecciones

Nadie veía la solución a ese acertijo, solo él, claro que detrás de tal seguridad solo existía una mentira, mentira que denuncio Felipe González que creyó hasta el último momento que era una estratagema para arrancar al PP la dimisión de Rajoy o concesiones mayores en materia educativa y económica con las que el PSOE pudiera justificar su abstención ante el PP.

Pues ben ahora se encuentra ante otro dilema imposible y nadie va a hacer por solucionarle la papeleta

Si se abstiene pierde la coherencia y firmeza de sus convicciones, dejando en un papelón a los que secunden el No

Si vota no ¿Cómo va a presentarse a Secretario General del PSOE y pretender, si gana, que alguien obedezca sus mandatos?

Si al final opta por ir al baño en el momento de la votación quedara como un cobarde y solo cosechara el rechazo de los que aún le siguen, más por conveniencia que por convicción.

Pedro Sánchez es un cadáver político, lo que pasa es que aún no lo sabe.

 

 

martes, 4 de octubre de 2016

Elecciones a doble vuelta. La reforma electoral que nos hubiera evitado el bochorno de Pedro Sánchez en el PSOE y de paso devolvería la soberanía a los ciudadanos


Llevamos los españoles para un año sin gobierno. Allá por el 20 de Diciembre de 2015 tuvimos las primeras elecciones y veremos si no llegamos a las terceras. Por el camino, el PP se ha dejado un buen número de diputados, aunque en Junio recupero unos cuantos, el PSOE va de mal en peor y los que iban a revolucionar la “nueva política”  han perdido la pátina de los nuevo y dejan ver sus miserias.

Entre tanto a los ciudadanos se nos ha sometido a un estrés innecesario y se nos ha usado de comodín para evitarle, a aquellos a los que hemos elegido para que en nuestro nombre dirijan España durante cuatro años, la responsabilidad y consecuencias que tiene el gobernar, decidir, tomar decisiones y arrostrar las consecuencias que llevan aparejadas. Un nuevo caso de falta de responsabilidad que arrastran nuestros dirigentes y buena parte de nuestra población empeñados en ser un eterno adolescente y negarse a crecer como si fueran Peter Pan.

Pues bien si esto es así, la reforma electoral que necesita España no es la de cambiar el día de votaciones del 25 de Diciembre al 18, vamos que casi me apetece que nos obliguen a votar el 25 a ver si así los españoles tomamos conciencia del pitorreo al que nos están sometiendo los que se suponen son la “crem de la crem”.

Lo que España necesita es instaurar la votación a segunda vuelta, donde en una segunda votación seamos los españoles los que decidamos entre los dos candidatos más votados quien tiene la obligación y responsabilidad de formar gobierno.

Si fuera así, desde primeros del 2016 tendríamos gobierno, nos hubiéramos evitado el bochorno de los bandazos a derecha e izquierda, la propuesta de pactos imposibles y el aprovechamiento indecente de las minorías de bloqueo para sacar aprovechamientos electorales, legales y económicos que no son proporcionales a su representación y voto electoral.

Pero miren que de eso no se habla, porque a algunos no les interesa -las minorías que bloquean sistemáticamente para saquear-   y otros les tiene terror, a Frentes populares que solo existen en sus mentes apocadas y acomplejadas.

Pero lo cierto es que esta votación a doble vuelta tendría la virtud de devolver el poder a los españoles, eliminaría los acuerdos de despacho que reúnen intereses incompatibles a la decisión mayoritaria y con ello dejaría sin opción gobiernos imposibles que a la vuelta de cuatro años solo dejan ruina, desnortamiento y mayor desconfianza en el ciudadano sobre el valor e instrumentalización de su voto.

Ah, y de paso, nos hubiera evitado el bochorno de Pedro Sánchez