El asesinato
de 10 periodistas y dos policías en Paris a manos de unos asesinos islamistas
no es más que el último episodio de brutalidad de aquellos que se creen
superiores, no admiten la discrepancia con su credo y lo imponen a sangre y fuego a quien no se somete
al mismo.
Episodios de
asesinatos de cristianos en Siria, Irak, Turquía o Nigeria nos llegan atenuados
por la distancia pero ocurren a diario. Se trata de un nuevo genocidio, una
nueva limpieza “étnica” por razón del credo que no se limita a los cristianos,
aunque lo sufren con especial crueldad, sino que se extiende a otros seguidores
de Mahoma pero que no coinciden con quienes empuñan las armas, suníes contra chiíes,
safalistas contra sufies, etc., da lo mismo es imponer por el terror lo que se
es incapaz de inculcar por la fe o la razón.
A los occidentales nos cabe defendernos con
principios y armas de esta barbarie. Nos ha costado 2000 años crear un marco de
convivencia donde le respeto, la tolerancia y la libertad es nuestra razón de
ser y marco de convivencia para que dejemos que unos iluminados vengan a imponernos
una vuelta al pasado más oscuro. Y para ello no solo están nuestras palabras,
están nuestras policías, nuestro ejército y una justicia que debe ser
implacable y no dejar resquicio alguno a cualquier ilusión de victoria del
terror. Pudimos con ETA, GRAPO, Brigadas Rojas, IRA, etc. podremos con ellos.
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