Lo que nació al calor del 15M
como un movimiento interclasista, ideológicamente difuso y con un fuerte
componente de mesianismo televisivo por parte de su carismático líder Pablo
Iglesias, tras su pasado congreso en la plaza de toros de Vistalegre acaba de
echarse en brazos de los antiguos comunistas, con lo que el fichaje de Garzón y
la promoción de la antigua miembro de las juventudes comunistas, Irene Montero,
pareciendo una anécdota es algo más que un síntoma.
Esto ni es algo nuevo ni resulta
sorprendente. Podemos, nacido y crecido al calor de las tertulias televisivas
que monopolizaba Iglesias, carecía hasta ahora de un ideario claro y
reconocible de cara al exterior, lo que llevaba a la mayoría a tildarlo de
“populismo”.
A partir de ahora, ya venía
fraguándose desde la incorporación de IU, no va a volver a ser así y aunque lo
pretendan llamar de otro modo Podemos va a empezar a ser reconocido como un
partido comunista, eso sí habrá que esperar a ver si estalinista o maoísta,
aunque apunte más por esta segunda vía.
¿Y cambiara esto algo? Pues más
de los que muchos, entre ellos sus líderes, piensan.
Por lo pronto esta definición le
va a empezar a restar el apoyo de aquellas clases medias que, perjudicadas por
la crisis no encontraron referentes en el PP y PSOE. Se habían adherido a
Podemos en busca de una “satisfacción moral” ante su impotencia y en busca de
una reforma o saneamiento de un sistema de partidos que no cumplían sus
expectativas, que había quedado reducido a maquinarias de “colocación” de sus
militantes y preservación de sus privilegios y este movimiento les alejara paulatinamente de sus votantes que no militantes.
Consecuencia de ello será el
paulatino cambio de sus cuadros dirigentes, la “purga”, que no ha hecho más que
comenzar con el alejamiento de Errejon y el exilio parlamentario de Tania.
Primeros movimientos que no hacen sino anticipar a lo que ocurrirá a quien se
le ocurra disentir del líder máximo, su camarilla y que llevara aparejado que
Podemos pase a ser dirigido por un “politburó” ortodoxo, muy alejado de las muy
distintas corrientes que, en su origen, dieron lugar a Podemos.
Por otro lado, esta concentración
de poder e ideológica restara de “frescura” a Podemos y le alejara cada día más
de la idealización del 15M como movimiento popular, intergeneracional e
interclasista.
Esto inevitablemente envarara su
discurso y le llevara a numerosas contradicciones en el ejercicio del poder con
los principios que dice defender. Decisiones como el nombramiento de la pareja
del líder, Irene Montero, como portavoz parlamentaria son un claro ejemplo de
nepotismo, y lo es, lo diga Agamenón o su porquero. Producto de su egocentrismo
será negarlo y de ello llegara el que los ciudadanos concluyan “que son como
los de la casta” y oiga, entre el original y la copia para que buscar un mal
remedo.