Visto como ha terminado el 39
congreso del PSOE son cada vez menos los que dudan de que como partido nacional
el PSOE está roto y solo falta un acto final para certificarlo.
Sánchez, de suyo vanidoso, aupado
por el 51% de la militancia a la Secretaría general se ha creído el rey del
mambo y ha entrado en esta centenaria organización como elefante en una
cacharrería.
Lo que, para Hernán Cortes, la
quema de sus naves, pudo tomarse como un acto heroico, en el caso del nuevo
Secretario general no es más que soberbia y estupidez. Creído en que con él
nace un nombre nuevo, el nuevo socialista, le han bastado pocas horas para
tirar por la borda el pragmatismo y sentido de Estado que inauguró González y
que les permitió a los socialistas ser tenidos como una alternativa confiable y
deseable por una buena parte de los españoles.
Ese desapego es lo que le ha
llevado a negar la presencia en la Ejecutiva del 30% que no le votaron, el nombrar
para presidir el Comité Federal a la “bicha” de Susana Díaz, al alcalde de Dos
Hermanas (Sevilla) Francisco Toscano o a anunciar sin ambages que comienza su
caza al disidente o discrepante señalando como primera pieza a Ximo Puig en la
Comunidad Valenciana. Errores propios del niño que pone la pelota en el partido
de patio de colegio, pero impropios de quien aspira a dirigir el segundo
partido político de España y quien sabe, presidir el gobierno de la nación.
Por ello a Susana Díaz le van
quedando cada vez menos opciones.
Si se queda a esperar vera como
van cayendo una a una las cabezas que hasta ayer la apoyaron, Ximo Puig en
Valencia, Page en Castilla La Mancha, Lambán en Aragón y Vara, si él también,
en Extremadura, para finalmente sentir sobre su propio cuello el frio filo del
hacha.
A ello parece condenada, pero
Sánchez debiera recordar que el escorpión pica más cuanto más se le acorrala, y
Susana Díaz reúne juventud, carencia de medios ajenos a la política y ambición,
cualidades todas ellas que le pueden llevar a plantear una operación que le asegure
un reino de taifas desde el que esperar tiempos mejores desde una posición de
fuerza.
Una operación que pasaría por
establecer una “relación especial” con el PSOE a modo de la que mantiene el
Partido Socialista de Cataluña con la casa madre que el PSOE. Razones y
argumentos no le faltarían.
Desde el punto de vista de peso
electoral la situación no admite comparación. El PSOE en Andalucía aporta cinco
veces más militantes que el catalán, y 22 diputados andaluces, de un total de
84 diputados socialistas frente a 7 que aportan los catalanes.
Por ello si Susana refrenda su
dominio absoluto en el PSOE-A la opción de escindirse de un “partido madre” que
le es cada día más hostil no es una opción que debiéramos descartar y ello sin
dejar cerrada una posible escisión viendo el número de damnificados que está
dejando los primeros nombramientos e intenciones anunciadas por el ciudadano
Sánchez.
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