Puigdemont, Rufian, y el resto de
saltimbanquis separatistas no son nada sin la atención que les prestamos el
resto de los 46 millones de españoles y cuanto antes nos demos cuenta de ello
más próxima estará su derrota que no es otra que el olvido.
Estos y otros separatistas, que
antes fueron anti nucleares, anti OTAN, anti desahucios y siempre aprovechados
dispuestos a vivir a costa del presupuesto público por no dar un palo al agua
no son nada si no respondemos a sus provocaciones.
Carentes de los redaños
suficientes para sacrificar su patrimonio-no hay más que ver con que prisa han
transferido sus bienes a familiares y terceros ante la llamada de la Justicia-,
mucho menos están dispuestos a arriesgar su integridad, y mucho menos su vida,
por unos ideales que si llega un momento
a no darles para vivir del presupuesto público, cambiaran de inmediato como muy
bien explico el genial cómico Groucho Marx cuando dijo aquello “tengo principios, pero sino le gustan tengo
otros”.
Con nuestros bien intencionados “No
me gusta” o respuestas airadas en las redes sociales a sus insultantes o
ignorantes comentarios construyen ellos la torre de su notoriedad y
popularidad. ¿O acaso conocía usted de algo al inane senador Carlos Mulet de
Compromis, marca de Podemos en Valencia, antes de soltar la burrada de que Don
Pelayo era franquista 1.100 años antes de que los padres de Francisco Franco
siquiera tuvieran en la cabeza traer a este al mundo?
Y sin embargo a partir de este
hecho, perfectamente prescindible, merecedor únicamente de la indiferencia ante
quien revela carecer de una mínima formación histórica y un pensamiento mínimamente
inteligente, este Sr. mostrará satisfecho ante sus cuates y votantes la rabia y
contestación generada. ¿Acaso no merecían mejor causa los esfuerzos y
razonamientos del escritor Pérez Reverte y otros muchos cuando a este podemita,
las razones, los hechos le traen al
fresco?
Pues bien, de la atención que nos
merecen en redes sociales, noticias de prensa y radio estos personajes, los
mismos medios de comunicación retroalimentan el fenómeno generando y buscando
noticias sobre o de los mismos, que superan en mucho su trascendencia para el interés
común de los españoles.
Por todo ello y visto el último
esperpento separatista que se presenta a presidente de la generalidad catalana
he llegado a la conclusión que lo mejor que puedo hacer por mi salud mental,
por la del resto de los españoles y para que nuestros gobernantes reconduzcan
su trabajo al bien común es pasar de los rebuznos con que a diario nos
obsequian personajes como Rufian, Rahola, y ahora ese nuevo fichaje, Quim Torra,
que nos ha regalado el jefe de este circo, el prófugo Puigdemont.
Ya verán como si todos siguiéramos
esta conducta pronto los veríamos enarbolando en una plaza cualquiera de Madrid
la pancarta “Cataluña también existe” con bastante menos éxito mediático del que
merecen las justas reivindicaciones de sus vecinos de Teruel.
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