Los periodos electorales son pródigos
en ejemplos de relajamiento de los deberes y ampliación de los derechos por
parte de aquellos que ocupando el gobierno pretenden que los ciudadanos les
revaliden su confianza.
Si a este deseo se une el natural
“pescar en río revuelto” de ciertos colectivos permanentemente cuidados y subsidiados
por el presupuesto habremos dado con la “Tormenta prefecta” que pagaremos
todos.
Esto y no otra cosa ha sucedido con
el Subsidio Agrícola. La ministra Bañez, diputada por Huelva, ha sido sensible
a las reclamaciones sindicales que le pedían bajar de las 35 peonadas a 20 para
tener derecho al equivalente a 180 días de desempleo al año.
Es decir se ha pasado de una
rentabilidad del 514% al 900% para sus eventuales perceptores. Hay que aclarar
que este subsidio es compatible con el simultáneo trabajo en el campo. De este
modo el trabajador puede trabajar hasta diez días al mes en el campo sin que le descuenten ni un euro
de su prestación.
Con cosas así, como queremos que el
campo andaluz cambie. ¿Cómo si no nos explicamos que en labores agrícolas solo
encontremos a polacos, rumanos y marroquíes? ¿Para qué trabajar más si te pagan
lo mismo quedándote en casa?
Sindicatos y Gobierno han pretendido
camuflar esta rebaja en una supuesta caída de las peonadas por las condiciones
climatológicas. Hasta ahí el argumento. De datos ni uno, con lo fácil que hubiera sido dar las
jornadas cotizadas por las empresas agrícolas en Andalucía y Extremadura y
dividirlas por el número de perceptores del subsidio Agrícola.
Me apuesto lo que quieran que hubiera
dado un cociente bastante mayor que 35.
Ante cosas como esta cualquier
estrategia de fomento de empleo, del emprendimiento, etc. en el campo andaluz y
extremeño esta llamada al fracaso.
Quien crea que me olvido de otros
Subsidios igualmente desincentivadores
como el de los trabajadores del carbón en Asturias se equivoca, es que no me consuelo con el mal ajeno.
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