Después de
tantos tiras y afloja, conversaciones inconfesables, gestos para la galería y
sorpresas de última hora, este es el paisaje en las capitales de provincia después
de las elecciones municipales.
Habrá el que
lo vea azul, rojo o morado, da igual. Lo importante comienza ahora cuando
tantas promesas se verán frustradas ante la terquedad de los números y las
cuentas que no salen.
Aquellos que
lo confiaron todo a la utopía se enfrentaran al egoísmo de los intereses
creados, a los límites que impone la ley y el presupuesto, y porque no decirlo
a sus propias limitaciones.
Eso me hace
recordar el chiste sobre el embajador ruso en la ONU cuando llega su sustituto.
El embajador saliente le entrego tres sobres advirtiéndole que los abriera
según vinieran las crisis en las que viera peligrar su puesto.
Llegada la
primera ocasión el nuevo embajador recordó los sobres y abrió el número uno que decía
“Échale la culpa de todo a tu antecesor” y la paso con éxito. Irremediablemente
llego la segunda crisis y abrió el siguiente sobre “Cámbialo todo” y de nuevo sobrevivió. Pero de nuevo surgieron
grandes problemas y acudió al cajón a por el último sobre que decía “Ve
escribiendo tres cartas”.
Sic transit gloria mundi
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