Aquellos que
se auparon ante la opinión pública y los votantes españoles como los abanderados de la regeneración y
renovación política caen en lo que denunciaron al primer día.
Si vomitivas
son las expresiones sobre los judíos que cabrían en el cenicero de un 600, o
las referencias a Irene Villa y las niñas asesinadas de Alcacer no es menos
vergonzosa la conducta de la corte de palmeros que le salen por todos lados,
justificando, ahora sí, su impresentable conducta.
La extrema
izquierda siempre ha opinado que la justicia no debe ser igual para todos, que
su superioridad moral, la defensa de sus valores los elevan por encima de los
demás y que las leyes y su aplicación solo son aceptables en tanto justifiquen
y avalen sus acciones por malvadas que sean.
Es el triunfo
del nihilismo y la desvalorización de
los valores supremos, tomándose ellos, no usted ni yo, como el centro y medida
de todas las cosas.
Pero como
quienes desconocen la historia volverán a repetirla, olvidan que Robespierre cayó
bajo la guillotina al igual que los jerarcas soviéticos y maoístas caían uno
tras otro en las sucesivas purgas que auspiciaban sus propios compañeros, más ambiciosos,
crueles o tal vez solo temerosos de ser ellos los siguientes.
Queda la esperanza
que aquellos que ingenuamente los auparon pensando que su conducta se correspondería
con su ideario les nieguen hoy y en el futuro su apoyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario