Anda estos
días revuelto el patio judicial nacional a resultas del auto de imputación
contra la Infanta Cristina y el recurso que al mismo ha planteado el fiscal
Horrach ante la Audiencia de Palma de Mallorca.
El juez Castro
ha planteado una de esas diabólicas situaciones en las que no importa cómo se
resuelva él siempre va a ganar, y lo demás parece que le va al pairo.
Si la
Audiencia rechaza el recurso resultara que siempre tuvo razón, si lo admiten y
desimputan a la Infanta resultara que al Robín Hood de la justicia le han ganado
el pulso los poderosos y no porque su auto sea un bodrio jurídico, más propio
del tiempo de la inquisición que de un Estado de Derecho donde debe primar el principio
de la presunción de inocencia.
Resulta
llamativo que unos peritos de la Agencia Tributaria a los que él llamo nieguen
que haya delito fiscal y el se empeñe en lo contrario. Si no iba a aceptar su peritaje ¿para qué les pidió que emitieran
su informe especializado? ¿Es que solo eran válidos si le daban la razón?
Me parece que
el juez Castro no es perito en materia fiscal, sino carecería de razón el que
hubiera llamado a los Inspectores de Hacienda por lo que debiera ajustarse al
criterio de estos de que no existe delito fiscal, distinto es la falta
administrativa que se sustanciaría en un acta de infracción y liquidación del
importe no ingresado. Pues si es así, el juez Castro está actuando de manera
contraria al derecho a sabiendas, y eso se llama prevaricación.
Por ello
resulta aún más chulesco su desplante ante la fiscalía retándola a plantear una
querella por prevaricación ante su proceder y el coro de los “progresistas” pidiendo
que se reprenda al fiscal Horrach, pues si la Audiencia da la razón al fiscal
esa posibilidad no sería tan descabellada, lástima que a la abogada de “Manos
Limpias” solo le guste tomar cafelitos y compartir confidencias con el juez Castro. Recuerde señor juez, entre otras cosas, que no solo hay que ser imparcial sino
tambien parecerlo.
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