Sabido es que tras unas
elecciones nadie pierde. Siempre hay algo a lo que agarrarte, la participación,
el número de votos, que a otros les ha ido peor, etc.
Pero tras el 27- S el que no
puede escapar a ese diagnóstico es Esquerra Republicana y concretamente su líder
Oriol Junqueras.
¿Y porque?
Lo primero es que ser ha cargado
su partido al admitir una mezcolanza que no llegaba a ser coalición.
Segundo, que ese sacrificio lo ha
asumido sin obtener beneficio alguno pues no lidera el “Juntos por el Si” y su
eventual socio, Arthur Mas, tiene muchas papeletas para no presidir gobierno
alguno si se empeña en encabezar la candidatura después de estar escondido
durante toda la campaña.
Por si fuera poco su electorado,
de izquierda, catalanista y radical le ha vuelto la espalda en esta extraña
alianza con la derecha de Convergencia y el batiburrillo social del “independentismos
de buen rollo que se ha desgañitado asegurando que Europa y el mundo los iban a
acoger en su seno desde el minuto uno.
Y se la ha vuelto a favor de la
CUP que ha aumentado en 7 sus escaños a costa de la coalición Ciu ERC que ha
perdido 9.
Las cuentas son claras, Podemos
no supera lo que antes era IU, el PSOE, PP, Unio e incluso Ciu pierden a favor
de Ciudadanos y el que aumenta es la CUP a costa de Esquerra.
Triste bagaje para el duo
Mas-Oriol pero desde luego el que ha pagado los platos rotos es este último,
para ahora andar mendigándole a la CUP que apoyen a Masa, quien te ha visto y quién
te ve Esquerra.
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