Tras décadas de “lavado de coco” a
través de la escuela nacionalista, la televisión autonómica, medios de
comunicación locales empeñados en la tranquilidad del “estanque catalán” y una asfixiante
presión del “sino no estás conmigo eres un bicho raro” hemos llegado al día de
hoy.
Un día que no es el primero, ya
se intentó el año pasado con el simulacro de plebiscito donde solo votaron los
suyos. Y desgraciadamente tampoco será el último porque el nacionalismo solo parara de “consultar” cuando la votación diga lo que ellos quieren que diga. Después
de ese día tengan por seguro que no se admitirá ninguna otra.
La oferta nacionalista se basa en
la mentira más burda e infantil. Ejemplos como los de la salida de la Unión Europea y el euro son solo los ejemplos más
evidentes, niega al ciudadano los elementos necesarios para tomar su decisión en libertad.
Negar a una todos los ciudadanos
el derecho y el deber de conocer el español en la escuela y la relación con las administraciones que
debieran amparar sus derechos es un daño irreparable a sus hijos a los que privan
de un elemento esencial que les permite comunicarse con 400 millones de hispano
hablantes y les impide recibir ideas, noticias e informaciones no matizadas por
el filtro nacionalista.
Y lo que es más grave, el
desprecio a la ley. El relativismo y subjetivismo sobre la fuerza coercitiva de
la ley según responda o no a los intereses nacionalistas abre el camino a la
dictadura. Una dictadura donde quien en
cada momento ostente el monopolio de la interpretación del “sentir del pueblo”
señalara quien se constituye en “enemigo del pueblo” y por lo tanto no gozara
de la presunción de inocencia, de una defensa y juicio justo.
Esto no es nuevo, la humanidad, también
los españoles lo hemos experimentado en alguna fase de nuestra historia. Lo que no concibo es que haya
quien esté tan deseoso de volver a caer en lo mismo.
Por ello cobran rabiosa
actualidad los versos de Martin Niemöller
Cuando los nazis vinieron a
llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los
socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no
protesté, porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más
que pudiera protestar.
Sustituya el termino nazi por nacionalista
y tendrá una visión muy aproximada de lo que está por venir
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