Este Domingo
la redactora de El Mundo de Andalucía, Berta González de la Vega, se constituía
“boca prestada” de una andanada de Ecologistas en Acción contra el investigador
del CSIC Miguel Ferrer Baena por atreverse a decir en ABC que el dragado de
profundización del Guadalquivir no tenia porque afectar al Parque Nacional de
Doñana y que en todo caso sus efectos son corregibles con las medidas de
protección de márgenes.
Siempre me ha
parecido increíble el atrevimiento de quienes bajo la etiqueta de “ecologistas”
se pronuncian con total rotundidad sobre todo aquello que afecte al
medioambiente sin ningún bagaje profesional o académico. Y si increíble es su
atrevimiento más lo es el eco que tienen en los medios de comunicación,
administraciones y alguna judicatura.
Y ello aunque
sus opiniones, que no son más que esto, vayan en contra de personas de
reconocida trayectoria profesional o académica como es el caso de Miguel Ferrer
Baena, licenciado en Biología, que
ha sido director de la Estación
Biológica de Doñana (EBD) desde 1996 a 2000, director de la Raptor Research
Foundation y actualmente preside de la Fundación Migres, además es investigador
asociado de Hawk Mountain Sanctuary en Pensilvania(USA) así como profesor
adjunto de la Universidad de Boise, Idaho (USA).
Pues bien ha bastado salirse del discurso oficial para que en
el referido artículo traten de desacreditarlo mencionando el encargo que le ha
hecho el Puerto de Sevilla por 145.000€ o que la Fundación que preside haya
elaborado los dos estudios de impacto ambiental
para la reapertura de la mina de Aznalcollar.
Y es que los
señores de Ecologistas en Acción y otros que los usan como mamporreros parecen no creer que la ciencia, como en el
resto del mundo, sirva para dar soluciones a problemas medioambientales antes que
para crearlos. Hasta en eso pretenden que España sea diferente. Lo que es la
libertad de expresión parecen que solo existe para ellos y quienes los jalean.
Así nos va.
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