El pasado Domingo
“El Mundo” y “El País” publicaban el artículo “Política que cura el hambre” de
Oliver Longué, Director General de la ONG “Acción contra el hambre” http://elpais.com/elpais/2014/10/20/planeta_futuro/1413822224_293675.html
Ya en su
primer párrafo hacia una declaración sorprendente por lo inusual “Acostumbrados ya a referirnos a la inacción política..para
hablar de gran parte de los males del planeta..resulta sorprendente que hoy
tengamos que dar la enhorabuena a los políticos.”
Y es que como
reconocía “Desde que en 2008 los líderes del G8 decidieron poner en la agenda
política el reto de la seguridad alimentaria mundial, el hambre no ha dejado de
retroceder"
“Hay 124 millones de hambrientos menos que hace una década, siendo 1000 millones más que en el año 2000”
Esta reflexión
viene como ejemplo, una excepción sin duda dentro del campo de las ONG´s, de
que no siempre “cuanto peor es mejor para nosotros”.
Y sin embargo,
aparte de las referencias de los diarios escritos poca o nula repercusión tuvo este
dato relevante.
Muy distinto
al eco escrito, radiado y televisivo que han tenido las dos últimas y apocalípticas
llamadas de Intermon Oxfam y Caritas que han vendido titulares sin el más mínimo
análisis critico sobre el fondo y los datos que aportaban si exceptuamos los artículos
de Manuel Llamas y Juan Ramón Rallo en Libertad Digital
En ellos los
autores entran grafica y estadísticamente a desgranar y rebatir buena parte de
las conclusiones de Intermon y Caritas.
Así destacan que la pobreza en España afecta
al 5% de la población tras duplicarse desde el 2007, pero no al 25%, ni
siquiera el 11% que han recogido los medios de comunicación. Esta tasa del 5% viene
recogida en el informe de Caritas pero no ha merecido la atención del engañoso
concepto “exclusión social”
El propio
estudio de Caritas señala que “El crecimiento en términos reales de la renta
media de los hogares españoles en las últimas décadas ha supuesto una mejora en
el largo plazo de los niveles de vida de la sociedad” para terminar
reconociendo que el crecimiento económico registrado durante este período "benefició
más a los hogares con menores niveles de renta" que a los ricos.
¿Y qué rebela
esto? Desde luego una indigencia mental de los redactores de los medios de comunicación,
si no un simple y burdo sectarismo, que les hace repetir los mensajes de moda
contra el capital sin el más mínimo análisis de los datos, conclusiones sin
prejuicios y apriorismos.
¿Dónde está entonces
el truco? Pues en el referido concepto de “exclusión social”. Como bien dice
Juan Ramón Rallo según Caritas una persona está integrada plenamente en la
sociedad cuando su situación no se ajusta al total de los 35 parámetros que Caritas
utiliza, se halla en integración precaria cuando convive con uno, padece
exclusión moderada cuando experimenta dos o tres y sufre exclusión severa
cuando soporta cuatro o más.
Y es que ¿en quién
de nosotros no concurre alguna de las circunstancias o situaciones siguientes, estar peleado con
sus vecinos, con su pareja, tener un
abuelo semianalfabeto, ser madre soltera, vivir en un hogar con inmigrantes, o
ser político? Nada de ello equivale a ser pobre, ni siquiera equivale a estar excluido
socialmente. Y, sin embargo, son seis de los indicadores que, en caso de que
coincidieran en una misma persona, la calificarían como de" severamente
excluida.
Para que
continuar, contra la demagogia y la propaganda solo hay una herramienta, el
estudio y esfuerzo intelectual pues la tiranía es hija de la ignorancia y la apatía.
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