jueves, 6 de noviembre de 2014

Las querellas infundadas arruinan tu buen nombre e imagen. Las absoluciones no interesan a nadie, no son noticia, el caso de Juan José Güemes


La querella presentada contra el entonces Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Juan José Güemes,  presentada por la Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid por el proceso de externalizarían de algunos centros hospitalarios lleno Telediarios y dio para que tertulianos, articulistas llenaran radios, televisiones y periódicos.


señalando respecto a los argumentos de los querellantes que son “manifestaciones que en realidad no son sino discrepancias con criterios políticos o incluso administrativos en cuanto a la gestión de la sanidad de la Comunidad de Madrid, pero que difícilmente puede entenderse que revistan naturaleza jurídico penal, porque en todo caso y hasta el momento, se circunscriben al ámbito político administrativo". Cosa que ya sabíamos todos desde el momento uno y que respondían más al deseo de  mantener los privilegios de médicos y personal sanitario público que a la defensa del paciente como ya tuvimos oportunidad de sostener en el primer artículo que abrió este blog  http://lalibertaddeelegir.blogspot.com.es/2014/04/voto-libre-universal-y-secreto-frente.html

Pero la reflexión de hoy no va sobre la hipocresía o doble rasero de quienes dicen defender la sanidad pública cuando buscan su propio beneficio y en su ámbito privado acuden a la privada sino como estas actuaciones tienen un efecto negativo en la imagen y nombre del aludido que no es reparado en el momento, como este, en que se desestima la pretensión.

Y es que si en ese momento la querella mereció exhaustivamente la atención de los medios de comunicación hoy su archivo por injustificado pasa irrelevantemente.

Y debiéramos reflexionar si además de condenar en costas al querellante infundado no defiérasele condenar también a pagar el equivalente en tiempo y espacio en medios de comunicación que ocupo dicha noticia para al menos tratar de equilibrar el daño a la imagen y nombre del aludido.

Sabemos que aún así ya queda marcado por aquello “calumnia que algo queda” pero al menos los oportunistas y demagogos se lo pensarían un poco.

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