Hace poco hemos tenido la ocasión de
comprobar cómo de verdad “se hace Europa”. Y ello ha sido con motivo del
acuerdo a cinco bandas de mayor integración energética entre España, Portugal, Francia,
la Unión Europea y el Banco Europeo de Inversiones.
Este acuerdo es de la máxima
importancia para España y Portugal pero también para el resto de Europa puesto
que permite intercambiar los excedentes de producción de energía eléctrica con
lo que abarataremos su costo y aumentaremos la seguridad del suministro.
Por este acuerdo España y Portugal podrán
aprovechar el exceso de energía eléctrica Nuclear francesa cuando no sople el
viento, los embalses estén más vacios o
no brille el sol como suele en nuestro país, elementos estos que son los que
privan a las renovables de previsibilidad y por ello generan “falta de
seguridad” en el suministro frente a las fuentes tradicionales. Y como
contrapartida Portugal y España podrán transferir su excedente de energía
renovable cuando, por ejemplo, el viento sople a todo meter y el coste marginal
de producir un Kw más sea igual a cero. Bueno, bonito y barato.
Pero es que el acuerdo es de mayor
alcance y afecta a las conexiones gasísticas
que harán de España y Portugal un enclave estratégico de contrapeso a la
presión que pueda ejercer Rusia con el suministro de gas debido a la conexión
española con Argelia y la capacidad, no aprovechada, de las plantas de
regasificación que se encuentran en España.
Parece que por fin se adoptan medidas
coherentes en este sentido y el remate debiera ser que la Unión Europea
asumiera como una de sus políticas fundamentales, además de la agrícola, la energética
pasando de 28 mercados nacionales a un único mercado lo que abundaría en el
beneficio de nuestros ciudadanos y empresas. Por lo pronto la bombona de butano
ya ha bajado 2 euros lo que tampoco está mal.
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